Decíamos
en la meditación anterior que todo tiene
tres dimensiones: “Fe, esperanza y caridad son tres aspectos de un único concepto,
igual que masa-energía-onda o Padre-Hijo-Espíritu Santo. Igual que una moneda que es única, pero tiene
cara, cruz y borde lateral. “
Lo
primero que debemos preguntarnos es porque la realidad se nos aparece a nuestra
mente como con un triple aspecto. Es
obvio que la respuesta es la incapacidad de nuestra mente de abarcar los
conceptos íntegros, es decir sin apreciar por separado cada uno de sus
aspectos.
Así
por ejemplo no podemos abarcar el concepto de Dios. “A Dios nadie lo puede
conocer”. Sin embargo el Dios Trinitario, nos es asequible en cada una de las
personas. Así hablamos de un Dios que es nuestro padre misericordioso, de un
Hijo: Jesús, que nos muestra al Padre, y que murió como hombre y resucitó, para
indicarnos que también nosotros que somos hombres podemos resucitar. Y
finalmente el Espíritu Santo que nos guía en nuestro caminar, y nos capacita
para el amor de Dios dentro de la iglesia.
A mí
personalmente siempre me han gustado las analogías. Me ayudan mucho a meditar y
discernir la realidad. Así ante los
conceptos trinitarios Dios padre, hijo y
espíritu y nuestra triple realidad de Energía, masa y onda, me gusta intentar
relacionar ambas triadas, aún sabiendo que no es más que un mero intento de
comprender y acercarme un poco más al concepto de la Trinidad.
Así
para mí Dios padre representaría en este modelo la Energía, el comienzo de
todo. En efecto de la Energía sale todo: la masa y las ondas como del Dios
creador emergen las personas de Jesús y del Espíritu Santo. Como a nuestro Dios incognoscible, tampoco
podemos asociar forma, ni tamaño a la Energía. Su esencia es su propio poder
transformador. Al principio del universo tenemos al Dios creador, pura energía
que crea el Universo, actuando constantemente sobre el hasta al final crearnos
a nosotros como hijos predilectos, imagen de su propio hijo.
Jesús
en esta asociación analógica sería la masa, la concreción de la Trinidad en un
cuerpo visible, tocable, que interactúa con nosotros, que lo sentimos como un
semejante que nos habla del Padre, como la masa nos habla de la energía, ya que
al fin y al cabo es una forma de energía. Jesús en su muerte y resurrección vuelve
al Padre, pero no nos deja desamparados, sino con la convicción de que igual
que Él, resucitaremos nos transformaremos, pero sin perder la esencia de lo que
somos: también nosotros somos energía, masa y onda.
Finalmente
el Espíritu Santo se asemejaría a la onda, que no es materia ni energía, pero
que puede transformarse en ellas, y no
sólo eso sino que permite comunicarnos y llenarnos de la energía del Padre. En efecto toda onda es un paquete de Energía
que se transmite de un lugar a otro, y que ocupa el espacio completamente, no
se concreta como una masa a una zona más delimitada. Por ello el Espíritu no
actúa sólo a nivel individual sino colectivo a nivel de iglesia, y es tan
importante en nuestra vida aunque a veces no seamos conscientes de ello.
Por
hoy acabamos esta meditación. Esta triple asociación (energía, masa, onda),
(Padre, Hijo, Espíritu Santo), es extensiva a otros conceptos como (fe,
esperanza y caridad) que ya apuntábamos en la meditación primera: Mis razones
para creer, y que trataremos en otras meditaciones.
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