viernes, 21 de diciembre de 2012

La Trinidad y el mundo




Decíamos en la meditación anterior que  todo tiene tres dimensiones: “Fe, esperanza y caridad son tres aspectos de un único concepto, igual que masa-energía-onda o  Padre-Hijo-Espíritu Santo.  Igual que una moneda que es única, pero tiene cara, cruz y borde lateral. “

Lo primero que debemos preguntarnos es porque la realidad se nos aparece a nuestra mente como con un triple aspecto.  Es obvio que la respuesta es la incapacidad de nuestra mente de abarcar los conceptos íntegros, es decir sin apreciar por separado cada uno de sus aspectos.

Así por ejemplo no podemos abarcar el concepto de Dios. “A Dios nadie lo puede conocer”. Sin embargo el Dios Trinitario, nos es asequible en cada una de las personas. Así hablamos de un Dios que es nuestro padre misericordioso, de un Hijo: Jesús, que nos muestra al Padre, y que murió como hombre y resucitó, para indicarnos que también nosotros que somos hombres podemos resucitar. Y finalmente el Espíritu Santo que nos guía en nuestro caminar, y nos capacita para el amor de Dios dentro de la iglesia.

A mí personalmente siempre me han gustado las analogías. Me ayudan mucho a meditar y discernir la realidad.  Así ante los conceptos  trinitarios Dios padre, hijo y espíritu y nuestra triple realidad de Energía, masa y onda, me gusta intentar relacionar ambas triadas, aún sabiendo que no es más que un mero intento de comprender y acercarme un poco más al concepto de la Trinidad.

Así para mí Dios padre representaría en este modelo la Energía, el comienzo de todo. En efecto de la Energía sale todo: la masa y las ondas como del Dios creador emergen las personas de Jesús y del Espíritu Santo.  Como a nuestro Dios incognoscible, tampoco podemos asociar forma, ni tamaño a la Energía. Su esencia es su propio poder transformador. Al principio del universo tenemos al Dios creador, pura energía que crea el Universo, actuando constantemente sobre el hasta al final crearnos a nosotros como hijos predilectos, imagen de su propio hijo.

Jesús en esta asociación analógica sería la masa, la concreción de la Trinidad en un cuerpo visible, tocable, que interactúa con nosotros, que lo sentimos como un semejante que nos habla del Padre, como la masa nos habla de la energía, ya que al fin y al cabo es una forma de energía. Jesús en su muerte y resurrección vuelve al Padre, pero no nos deja desamparados, sino con la convicción de que igual que Él, resucitaremos nos transformaremos, pero sin perder la esencia de lo que somos: también nosotros somos energía, masa y onda.

Finalmente el Espíritu Santo se asemejaría a la onda, que no es materia ni energía, pero que puede transformarse en ellas, y  no sólo eso sino que permite comunicarnos y llenarnos de la energía del Padre.  En efecto toda onda es un paquete de Energía que se transmite de un lugar a otro, y que ocupa el espacio completamente, no se concreta como una masa a una zona más delimitada. Por ello el Espíritu no actúa sólo a nivel individual sino colectivo a nivel de iglesia, y es tan importante en nuestra vida aunque a veces no seamos conscientes de ello.

Por hoy acabamos esta meditación. Esta triple asociación (energía, masa, onda), (Padre, Hijo, Espíritu Santo), es extensiva a otros conceptos como (fe, esperanza y caridad) que ya apuntábamos en la meditación primera: Mis razones para creer, y que trataremos en otras meditaciones.

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