viernes, 21 de diciembre de 2012

Mis razones para creer

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Normalmente decimos que creer, tener fe en Dios es muy difícil, prácticamente imposible. No pensamos que podamos llegar a ella, ponernos en camino. A lo sumo pensamos que es una gracia otorgada,  sin saber muy bien porqué, a una determinada  persona.

Pero en realidad las cosas son más sencillas, aunque siempre paradójicas. Creer es algo habitual, cotidiano en la vida de cada persona. Creer es aceptar algo sin una experiencia personal previa que avale nuestra seguridad. Creemos cada vez que usamos la ciencia, la tecnología para vivir en este mundo. Cuando cogemos un ascensor, volamos en un avión o navegamos en un barco. Cuando aceptamos que la realidad está formada por partículas elementales: 6 quark y 6 leptones porque así lo establece la nueva física. Cuando aceptamos que el cosmos es tan inmenso y hermoso que es casi indescriptible y pensamos que todo procede de  un primer Big Bang. Cuando nos medicamos, nos operamos, usamos internet, encendemos la luz, mandamos un SMS. Son miles los ejemplos, de que el creer en el sentido indicado es ubicuo y habitual.

Sin embargo creer en Dios y después en un Dios personal, misericordioso parece harina de otro costal. Deberíamos preguntarnos donde está el matiz, la diferencia. La respuesta casi parece sencilla aunque no lo es: creer en un Dios personal es un asunto muy serio, tan serio que nos afecta a toda nuestra vida. Es en realidad el único asunto que nos importa, porque de él derivan todas las respuestas. Y ahí está una de las razones de por qué nos cuesta creer. Por MIEDO. No se puede creer un día y seguir siendo la misma personal. Si es viable pasar de creer en la teoría de Galileo a la Relatividad Especial o General.  Son teorías sobre el mundo que explican con mayor o menor fortuna el  mundo en que vivimos, pero que no nos dan la vuelta la piel de nuestro cuerpo. Algunos postulados de la Mecánica Cuántica como el principio de incertidumbre, la dualidad onda corpúsculo, la creación virtual de pares, son ciertamente difíciles de creer y sin embargo no nos cuesta nada, porque nada personal nos va en ello.

En cambio creer en Dios y un Dios personal, amigo, misericordioso, que se ocupa en cada momento de mí, cambia radicalmente nuestra vida, y eso hace que nos tengamos que mojar el culo… El miedo a creer sólo puede ser superado por un miedo mayor el miedo a no creer o mejor aún el miedo a sentirnos nada, o dicho en forma más positiva por la perentoria necesidad de amar y sentirnos amados, y llenar nuestra vida de esperanza. Fe, esperanza y caridad son tres aspectos de un único concepto, igual que masa-energía-onda, Padre-Hijo-Espíritu. Igual que una moneda que es única, pero tiene cara, cruz y borde lateral. Todo tiene tres dimensiones….Seguirá

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