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Normalmente
decimos que creer, tener fe en Dios es muy difícil, prácticamente imposible. No
pensamos que podamos llegar a ella, ponernos en camino. A lo sumo pensamos que
es una gracia otorgada, sin saber muy bien
porqué, a una determinada persona.
Pero
en realidad las cosas son más sencillas, aunque siempre paradójicas. Creer es
algo habitual, cotidiano en la vida de cada persona. Creer es aceptar algo sin
una experiencia personal previa que avale nuestra seguridad. Creemos cada vez
que usamos la ciencia, la tecnología para vivir en este mundo. Cuando cogemos
un ascensor, volamos en un avión o navegamos en un barco. Cuando aceptamos que
la realidad está formada por partículas elementales: 6 quark y 6 leptones porque
así lo establece la nueva física. Cuando aceptamos que el cosmos es tan inmenso
y hermoso que es casi indescriptible y pensamos que todo procede de un primer Big Bang. Cuando nos medicamos, nos
operamos, usamos internet, encendemos la luz, mandamos un SMS. Son miles los
ejemplos, de que el creer en el sentido indicado es ubicuo y habitual.
Sin embargo creer en Dios y después en un Dios
personal, misericordioso parece harina de otro costal. Deberíamos preguntarnos
donde está el matiz, la diferencia. La respuesta casi parece sencilla aunque no
lo es: creer en un Dios personal es un asunto muy serio, tan serio que nos
afecta a toda nuestra vida. Es en realidad el único asunto que nos importa,
porque de él derivan todas las respuestas. Y ahí está una de las razones de por
qué nos cuesta creer. Por MIEDO. No se puede creer un día y seguir siendo la
misma personal. Si es viable pasar de creer en la teoría de Galileo a la
Relatividad Especial o General. Son
teorías sobre el mundo que explican con mayor o menor fortuna el mundo en que vivimos, pero que no nos dan la
vuelta la piel de nuestro cuerpo. Algunos postulados de la Mecánica Cuántica
como el principio de incertidumbre, la dualidad onda corpúsculo, la creación virtual
de pares, son ciertamente difíciles de creer y sin embargo no nos cuesta nada,
porque nada personal nos va en ello.
En cambio creer en Dios y un Dios personal, amigo, misericordioso, que se ocupa en cada momento de mí, cambia radicalmente nuestra vida, y eso hace que nos tengamos que mojar el culo… El miedo a creer sólo puede ser superado por un miedo mayor el miedo a no creer o mejor aún el miedo a sentirnos nada, o dicho en forma más positiva por la perentoria necesidad de amar y sentirnos amados, y llenar nuestra vida de esperanza. Fe, esperanza y caridad son tres aspectos de un único concepto, igual que masa-energía-onda, Padre-Hijo-Espíritu. Igual que una moneda que es única, pero tiene cara, cruz y borde lateral. Todo tiene tres dimensiones….Seguirá
En cambio creer en Dios y un Dios personal, amigo, misericordioso, que se ocupa en cada momento de mí, cambia radicalmente nuestra vida, y eso hace que nos tengamos que mojar el culo… El miedo a creer sólo puede ser superado por un miedo mayor el miedo a no creer o mejor aún el miedo a sentirnos nada, o dicho en forma más positiva por la perentoria necesidad de amar y sentirnos amados, y llenar nuestra vida de esperanza. Fe, esperanza y caridad son tres aspectos de un único concepto, igual que masa-energía-onda, Padre-Hijo-Espíritu. Igual que una moneda que es única, pero tiene cara, cruz y borde lateral. Todo tiene tres dimensiones….Seguirá
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